lunes, 9 de julio de 2018

Ser velluda o no ser velluda? He ahí la cuestión...


Es una pregunta que me he hecho siempre. Hay una realidad innegable, lo natural es que el ser humano tenga una cubierta de pelos, si es mas grueso o delgado, rubio o negro, más tupido o no, depende de tu genética o quizá de algún problema hormonal. Muy pocas personas son por naturaleza lampiñas.
Sin embargo, nunca he sentido que tenga la libertad de elegir si quiero o no removerlos. Desde pequeña vi que mi madre y tías se depilaban, por lo tanto lo natural debía ser eso, andar depilada por la vida.
Recuerdo cuando tenía 8 o 9 años, yo tenía vellos en las piernas y me gustaba usar mini faldas de mezclilla. Al verme las piernas peludas, me sentía incómoda, pues estaba acostumbrada a que todas las mujeres de mi casa se depilaran, pero también porque veia la reacción de los otros en las calles frente a mis vellos infantiles, esa mirada de asco y rechazo.
Lo que más anhelaba, a esa corta edad, era que mi madre me autorizara remover los pelos de toda zona visible y, mientras tanto, trataba de ocultarlos muy a mi pesar pues me gustaban las faldas y vestidos...
Cuando por fin pude acceder a depilarme, rasurar claro, entendí porque a los hombres les crecía esa barba tan dura y tupida... la navaja lo provocaba. La solución fue peor, volviéndome esclava del cuchillo. En la adolescencia, con más recursos y complejos, llegué a la cera depilatoria. Una tortura garrafal a la que una se somete y sólo por el qué dirán. Y ya sobre los 20, con una vida sexual activa, era digno de terror y espanto el solo hecho de pensar en presentarme frente a algún hombre o tratar de seducirlo sin haberme depilado, sentir su mirada, su juicio con o sin comentario al respecto (admito que muchas veces lo usé como una forma de obligarme a no tener sexo, mostrarme velluda era, francamente, imposible).
Las veces que he estado en pareja por largo tiempo me he atrevido a mostarme tal cual soy porque, seamos honestas, una no disfruta del dolor que implica el proceso, el gasto de recursos es bastante y en invierno vaya que ayuda a andar calentitas! Eso sí, advirtiéndo de antemano sobre mis intenciones de no depilarme, explicando mis complejos al respecto porque, si me he ocultado siempre para evitar el juicio y comentarios, es porque me afecta e importa. Ni siquiera frente a mis amigas me he mostrado!
Esta imposición cultural, está tan arraigada en casi todas las mujeres que hasta entre nosotras nos criticamos si alguna osa andar peluda. Se nos ha programado a rechazar el vello femenino, pues no es "femenino"...
Hoy se ha ido hablando más abiertamente el tema de dejarse los vellos, principalmente por los grupos feministas que entienden lo que implica esta presión social, esta imposición cultural sobre la mujer de considerar su naturaleza como anormalidad, de que si se deja los pelos será una salvaje solitaria, porque olvídate de atraer a algun hombre en tu estado natural.
Luego de deambular por varias páginas web (revistas online, artículos de diarios y blogs) los comentarios de los hombres son: siempre han tenido la opción de depilarse o no, pero lo cierto es que, si se los dejan, ningún hombre las querrá; o que si nos dejamos el vello ellos pueden dejar de bañarse... claramente esto último es de un ser carente de neuronas!
Valoro (y creo que muchas otras mujeres lo hacen) el que se hable e instale el tema, y se trate de ir cambiando la mentalidad poco a poco. Por ahora, el impacto en la socidad es menor, ya que la resistencia de los hombres frente a la naturalidad de la mujer aún es muy fuerte...
Ojalá que algún día esta imposición pase a ser efectivamente una elección, sin juicios ni miradas despectivas... que por fin una pueda hacerse la pregunta ¿Ser velluda o no ser velluda? Y decidir sin complejos...

1 comentario:

El Editor Jefe dijo...

Lo importante es invisible a los ojos, dicen que dijeron... yo tengo clara mi opción, amo a la persona, y me gusta en su integral condición. El resto maní. te amo, te amo, te amo...