lunes, 27 de agosto de 2018

A mi profesor de provincia


Cómo en todo pueblo chico, la vida de cualquiera de sus habitantes es observada por los demás. Pasar desapercibido es imposible y menos para una figura pública, como un profesor.
Y yo, citadina de tomo y lomo, aún no logro habituarme a ello. Estoy acostumbrada al anonimato de la capital. Transitar en medio de la gente, en modo incógnito, sin importarme que ropa uso, sin fijarme en quien camina a mi lado ni en las miradas de la gente, porque seguramente están preocupados de sí mismos.
Así que al momento de salir a comer con mi pareja-profesor en su "pueblo chico", pasó lo que era de esperarse... nos topamos con un grupo de sus alumnas. Él enseguida limitó su interacción amorosa para conmigo y yo me fui ofuscando a medida que avanzaba el tiempo. Y es que acaso unos besos un tanto más apasionados podrían causar problemas en esas chiquillas? Seguro que todas son vírgenes y no saben nada sobre relaciones de pareja... por supuesto que saben!
Todo terminó en una discusión entre mi pareja y yo. Me sentía indignada de tener que reprimir mis deseos de besarlo cuantas veces quisiera, ya que nos vemos dos días a la semana con suerte. Más tarde, pudimos olvidar el asunto y seguir con nuestro fin de semana, pero me quedé pensando en lo ocurrido... será que en el caso de un profesor, su trabajo es más bien una especie de misión o apostolado, por lo que debe mantener un comportamiento intachable en todo momento?
Todos tenemos una parte privada que defendemos con uñas y dientes, y en la que no queremos que nadie se meta. Pero en el caso de un profesor si su comportamiento es escandaloso, podría llegar a oidos de la institución y afectarlo. Es como si el horario de clases se extendiera mientras está en público. Si ese profesor se emborracha y causa problemas en un sitio público, entiendo que si es algo grave.
Por lo tanto, podría decirse que lo permitido, adecuado o decente, depende de los alcances que tenga la acción. Si mi profesor me abraza y besa, no debería traer problemas... si me agarra las nalgas y mete su mano en mi sostén, claro que tendrá consecuencias y habrá un juicio moral por quienes presencien tales actos.
Frente a todo esto, he llegado a la conclusión de que, como pareja de un profesor de pueblo chico, debo aceptar las limitaciones del entorno, no permitiré que deje de besarme o abrazarme, pero entenderé que deberán ser actos comedidos, para evitar que se desate el "infierno" social. Resistiré la tentación hasta llegar a nuestra habitación... para recien ahí dejarnos llevar hacia los actos más depravados e indecentes que se nos pueda ocurrir...

miércoles, 8 de agosto de 2018

S/T


Y sueñas con otra vida
Y hasta tienes imágenes
De cosas que no han sucedido

Y planeas en la nada
Y propones en el vacío
Y le hablas al silencio

Y cierras los ojos
Y sientes el cansancio
Y el insomnio que arremete

Un dolor en la espalda
Y en el cuello y en el vientre
Va y vuelve insistente

Y amas y lloras
Y odias y vuelves a llorar
Y piensas en lo absurdo de aquello

En que ese vaivén de emociones
Te atrapa y doblega
Como esos cuadernillos
Que en la tarde, a tus manos se rindieron