viernes, 10 de febrero de 2023

Noche de spritz


Hoy la luna estaba amarilla, cómo un gran trozo de queso flotando en el cielo. Un tinte dado por los incendios que azotan el sur del país.

El Bar Valdivia, atestado de gente, nos recibe a mi sobrina y a mi, aparece un simpático mesero, al que no le entendíamos muy bien, a quien le pedimos una primera ronda de spritz chambord y comienza una larga conversación. 

El dulzor del licor contrastaba con la conversación a ratos melancólica y triste... Unos lagrimones brotaron intempestivamente, a lo que la sobrina sacó unos pañuelos desechables para rescatar a su tía.

Más tarde llegó la pizza mediterránea, una masa delgada y deliciosa, provista abundantemente de vegetales y queso, al que le había perdido el gusto y hoy disfruté al máximo. Luego de unos relatos picarones y divertidos, otra ronda de aperol spritz y tabaco.

Ya anestesiadas de alcohol vamos por un porro. Subimos una pasarela que cruza la avenida Pedro de Valdivia, nos sentamos en lo alto y fumamos mientras los autos transitaban justo bajo nuestros pies.

Antes de quedarnos atrapadas por la hierba y el tráfico, nos movilizamos hacia Manuel Montt, en búsqueda de la tercera ronda, esta vez de spritz Ramazzotti lavanda. 

Recuento de nuestra gente presente y ya ausente, una serie de bromas sobre los motoqueros del local contiguo, que si logramos un viaje en moto o no... El trabajador del local nos dice q la caja está por cerrar... Tarjetas, propina, comprobante...

Nos terminamos el cóctel, la lavanda y el sauco hacen su trabajo, siento un relax que recorre desde mis piernas hacia arriba, lo que nos obliga a pedir el Uber correspondiente. Un abrazo de despedida, los buenos deseos para su viaje al sur y que se reporte al llegar a casa. 

Ya en el auto, observo esta bulliciosa ciudad llena de luces, ahora con sus calles vacías y tranquila, el frescor típico de las noches de verano... siento que el sueño me comienza a atrapar pero me obligo a estar alerta hasta llegar a casa... 

Aviso a mi sobrina de mi llegada y ella me dice que también llegó a casa sin novedad.

La noche está tranquila, el sueño invade, el alcohol relaja y el mundo con sus complejidades se hace más llevadero...