martes, 4 de diciembre de 2007

Puros Cuentos: Absinta


Con unas amigas decidimos salir a un lugar que, personalmente, no volvería a visitar. Solo fui por curiosidad. Se llamaba Necro.
El local estaba decorado con símbolos propios del demonismo, lleno de huesos y calaveras con cuernos en cada rincón. Al entrar se sentía una energía diferente, oscura, de maldad. La gente que estaba dentro tenia miradas extrañas. Me sentí fuera de lugar enseguida, pero ¡que mierda! ya estaba allí y las otras chicas mostraban un entusiasmo tal, que no pude decirles que nos largáramos.
Todos vestidos de un negro impecable, con los ojos rojos y sin gesto alguno de pasarla bien o mal.
Todas pedimos Absinta, ese era el motivo de la visita, solo probar el brebaje aquel, que me intrigaba por las historias que había leído anteriormente sobre alucinaciones y prohibiciones por su gran toxicidad durante el siglo XIX y mis amigas simplemente por que lo asociaban al vampirismo. A pesar de estar normado, sabíamos que el dueño del local, muy amigo de una de las chicas, hacia sus propios destilados, según la receta antigua francesa y ella ya le había informado que nuestro interés era sobre ese absinta y no el que se produce actualmente.
La mesera llego con unas copas de base color plata, por que dudo que fuese plata de verdad, con diseños de serpientes cuyas cabezas estaban ubicadas en el borde superior y en sus ojos tenían incrustaciones de una piedra roja, el licor verde hacia resaltar dicho diseño.
Yo que estoy tan acostumbrada al whisky, tuve un poco de temor a que no me gustara el trago y perdiera mi dinero en algo que después ni me bebería, espere primero la reacción de mis compañeras.
Hicimos un brindis, chocamos nuestras copas con gran entusiasmo y todas, excepto yo, bebieron el licor. Las mire fijamente, al terminar de beberlo todas se fueron hacia atrás quedando apoyadas en los respaldos de sus sillas y con una sonrisa extraña.
Mi curiosidad aumento así que lo bebí también. Sentí que un gancho me tomaba de la cintura y me tiraba lentamente hasta el respaldo de mi asiento. Me sonreí puesto que es una sensación muy particular, tenía un sabor agradable y exótico. Aparte de ese efecto, no sentí nada mas, me desilusione un poco pero podíamos pedir otra más y ver que pasaba. Al terminar la primera copa me levante y fui al baño.
Ahí me encontré con la mesera. Una chica rubia, su cabello llegaba hasta la cintura, vestida con un corset negro y una falda cortísima de cuero, tenía un tatuaje de una rosa roja en su hombro.
- ¿Qué tal encontraste la absinta? – pregunto.
- Bueno, solo que mis expectativas eran mas ambiciosas… -
- Pero solo has bebido una, espera un rato mas y con la segunda copa...-
Se pintó los labios de un rojo intenso y me hizo un ademán ofreciéndome lápiz labial. Lo acepte y pinte los míos. Ella me miraba atentamente como lo hacia, me sentí intimidada.
Al salir mire la mesa y las chicas ya habían hecho el segundo pedido.
La música de fondo era metal y estaba muy fuerte, sentía que retumbaba dentro de mi.
Me senté y nuevamente hicimos un brindis, por que finalmente logramos juntarnos todas y por estarla pasando bien (bueno ellas).
Bebí la segunda copa, el mismo efecto y me aburrí. No había diferencia con otro licor aparte de esa.
Mire con decepción al techo, donde había un pentagrama dibujado y otra calavera. En ese momento vi salir un humo verde de entre las cavidades del cráneo. Me restregué los ojos, volví a mirar y efectivamente seguía saliendo ese humo. ¿Será que estoy alucinando o en verdad sale ese humo?
A una amiga más cercana, Grace, la hice mirar al techo y le pregunte si había algo extraño. Ella no veía nada.
- ¿Estará aprovechando de hacerme una broma? – pensé.
Observé a mi alrededor y el humo verde estaba por todas partes, rodeándolo todo.
Lo mire atentamente y veía formas en el, como de personas, manos que acariciaban a los visitantes del lugar, rostros con gestos deformes mirando fijamente a cada uno de nosotros. La música estaba cada vez más fuerte, vertiginosa… Me levante del asiento y salí a la calle para respirar, el ambiente estaba muy viciado.
Nuevamente me encontré con la mesera.
- ¿Ahora si? -
- Probablemente lo que vi fue una alucinación – le dije.
Se acerco más, quedo frente a mi y dijo – ¿Sabes que eres hermosa? -
Me quede paralizada, jamás una mujer me había dicho tal cosa.
- ¿Por que me miras así? – dijo.
- ¿Acaso te doy miedo? -
- No – murmure.
Se largo a reír, me tomo de la cintura, me beso y se fue.
- ¡Vaya! – pensé y entre al local.
La mesera me miraba fijamente mientras caminaba entre la gente.
- Estas rara – me dijo Grace.
Mejor ni te digo que paso, mejor ni te digo…

1 comentario:

Eddy A. Ruíz dijo...

Excelente anecdota.
Ya bebere de ese elixir.