lunes, 23 de abril de 2018

Recordándome...


Todos tratamos de llevar una vida más o menos tranquila, cumplir algunos sueños y ser feliz. Nuestros padres hacen lo posible para que, en los primeros años de vida, sea así.

Recuerdo esos tiempos, era una niña muy simpática o,por lo menos, era lo que escuchaba a la gente decirle a mi mamá. También muy soñadora e inocente.
Bastante mimada por mis progenitores, nunca me fue negado algo que yo quisiera. Y era tan pero tan regalona, que hasta me hacía la dormida para que me llevaran en brazos hasta mi cama, sólo por el gusto de ser atendida y cuidada.

Gustaba de subir a los árboles, andar en bicicleta y jugar con mis muñecas. No tenía muchas amigas, prefería a los niños, eran menos competitivos y nada envidiosos.

Elaboraba guiones extensos para mis sesiones de juego individual, que desarrollaba en las copas de los árboles. Y de paso, aprovechaba de espiar a uno que otro vecino, escondida entre las ramas.

Rara vez me metía en problemas, no era de ese tipo de cabras chicas que respondían con alguna insolencia o golpe... no era ni es mi estilo. Y en las contadas ocasiones que tuve problemas, mis compañeros apañaron convirtiéndose en mis guardianes, llevándome a casa sana y salva.

Me encantaba bailar, usar esos trajes blancos impecables, un moño bien tirante y sentirme como una mariposa, liviana y esbelta, dando brincos y giros varios al compás de la música.
Si lo pienso bien, creo que la música, el baile y la pintura siempre estuvieron presentes en mi infancia.

Otra cosa que disfrutaba muchísimo, era el tiempo que compartía junto a mi abuela. Las sesiones de tejido en su habitación durante el invierno, mientras afuera caía un aguacero imparable. O las tardes en la cocina, preparando las más deliciosas recetas de dulces y postres. O simplemente escucharla contarme sus historias de cuando era niña, en un Santiago que ahora es apenas reconocible.

Y a pesar de que mis padres eran tan protectores y preocupados, siempre vigilantes, no pudieron evitar mi encuentro con las malas intensiones de algunos adultos. Y fue justamente esas experiencias, las que me fueron mostrando la otra cara de la vida, la faceta oscura y asquerosa que uno enfrenta por el hecho de ser niña en una sociedad que nos considera objeto de abuso, sin importarle si eso nos caga la existencia.
Aún así, esos episodios no opacan los lindos recuerdos que tengo de esos años.

Y ahora, mientras me miro al espejo y veo el paso de los años traducidos en una que otra arruga y canas, siento que he podido vivir plenamente, experimentando lo dulce y agraz, las buenas y malas decisiones, he seguido mis sueños y logrado subsistir con lo que me apasiona.

Un privilegio que pocos pueden alcanzar.

5 comentarios:

El Editor Jefe dijo...

Buen texto cariño, bien en perspectiva de lo que te ha correspondido vivir. Me alegra infinitamente ser parte de esa vida y asumir contigo responsabilidades en construir otras experiencias nuevas. Te amo, te amo y te amo, ese es un verdadero privilegio... =*

El Editor Jefe dijo...

Linda pintura por cierto, que miradita tierna tiene esa modelo eh?

Amalia dijo...

Gracias amor... pense en incluir algo sobre el amor... pero creo q el blog ya esta muy cargado con ese tema... no crees? Te amo y si, es un privilegio poder estar juntos., disfrutar la vida y disfrutarnos mutuamente...

Amalia dijo...

Una mirada impecablemente capturada y plasmada por mi artista favorito... ;)

El Editor Jefe dijo...

el amor nunca es demasiado... snif snif... =P