miércoles, 23 de enero de 2008

Ismael


A pesar de que la costa estaba totalmente cubierta por una bruma espesa y el viento helaba al punto de traspasar hasta los huesos, Lucia igual salio a caminar por los alrededores del litoral. Deseaba ver el atardecer, pero la naturaleza se encargo de impedirselo. Ya era triste estar sola viendo la puesta de sol pero el clima le agrego más dramatismo a la situación.
El mar y el cielo estaban fusionados, el horizonte se había difuminado en el gris reinante. Unos osados pescadores en sus botes surcaban las aguas inquietas y ondulantes. Poco a poco comenzaron a encenderse las primeras luces de aquel pueblo costero, cambiando paulatinamente el paisaje. En lo alto una hilera de gaviotas volaban retirándose a sus refugios.
En medio de ese escenario a Lucia le embargo una nostalgia inmensa. Una nostalgia por lo que había quedado atrás, por el encuentro que nunca se concreto, con aquel amor del cual nunca mas tuvo noticias.
El frío reinante la obligó a volver a casa. Del bolsillo saco un chocolate el que se fue comiendo mientras caminaba por la costanera. Ya había oscurecido bastante y la bruma apenas le dejaba divisar el camino. Repentinamente apareció una silueta. Se notaba que era una figura masculina, alta y delgada, parecía una sombra. Se iba acercando cada vez más hasta que llego a su lado.
- ¿Ismael?-
- ¿¡Lucia!?-
- ¡¿Qué haces por acá?! ¡La policía te busca por todos lados! ¿Acaso no temes que te capturen?-
-Si, estaba oculto en Isla Negra, pero como no puedo quedarme mucho tiempo en el mismo lugar un amigo consiguió una cabaña por acá, solo que me perdí y no he logrado ubicar la dirección –
- No sacas nada con seguir buscando ahora, ven conmigo a casa –
- No quiero involucrarte en esto... –
- No lo haces tú, yo quiero ayudarte – Le sonrió.
Lucia miro a todos lados, no se veía nada ni nadie alrededor, le tomo de la mano y se lo llevó.
Al llegar, prendió la chimenea y preparó un café bien negro, puesto que a él le gustaba así. Ella lo sabía muy bien.
Cuando al fin recuperaron el calor, conversaron de todo lo que habían hecho en los tres años que dejaron de verse.
- ¿Por qué no me contaste de tu militancia? -
- ¿Para que? –
- Por que creía saber todo de ti… aunque pensándolo bien… uno nunca termina de conocer a las personas ¿no?... Y dime, ¿mataste o no a aquel policía? –
- No, no lo hice, te juro que no… -
Lucia respiro hondo, deseaba mucho escuchar eso.
- En el fondo lo sabia, solo que me atormentaba la posibilidad de que lo hubieses hecho… Te extrañaba a rabiar y temía por tu vida. Como los medios le han dado tanta cobertura a aquel incidente y están como locos tratando de encontrar a cualquiera de los implicados… -
- Yo también tengo ese miedo Lucia, menos mal que la agrupación tiene todo listo para que me vaya del país… y lo mas probable es que no vuelva mas… -
Ella sintió que su corazón quería escaparse, salir huyendo para no volver a sufrir por su ausencia.
- ¿Y tus enanos? -
- No se de ellos hace mucho tiempo y la verdad es que les echo mucho de menos… –
En sus ojos se asomaron unas vetas de tristeza, las que la dejaron sin habla.
- No te imaginas cuanto deseaba verte… antes de que decidiéramos hacer todo esto… pero no queria causarte problemas…-
- Tonto, verte era todo lo q quería sin importar que fuese un problema. Aun acaricio los recuerdos donde tú y yo nos juntábamos y salíamos a algún lugar “x” y terminábamos en tu apartamento borrachos de vino y amor. ¡Y quien iba a pensar que el que estaba conmigo en la cama era todo un guerrillero! –
Ismael lanzo una carcajada y ella se rió con el.
- Y menos imagine que tú me ayudarías ocultandome, convirtiéndote en cómplice -
- Ni yo –
- Guardaron silencio un momento... ¿Quieres beber ron? –
- Claro –
Mientras servia los vasos, Lucia pensaba en que esa era probablemente la última vez que lo vería y estaría a su lado, por lo que se propuso hacer de aquella velada una inolvidable. Recordaron viejos tiempos, en que ambos trabajaban en la oficina contable, aburridos del tedioso trabajo pero a la vez entusiasmados por el amor que estaba naciendo entre ellos. Un año de amor, igual que la canción. Un año que valió por todos los que no estuvieron juntos y del que no se arrepentía.
Ya embriagados por el ron y los recuerdos, se besaron, fue un beso lleno de nostalgia, por los buenos tiempos que ya pasaron, pero que aun se mantenían vivos en sus mentes. Acariciaron cada pliegue del pasado y le hicieron el amor a aquella historia que se esfumo en el ayer. La despedida perfecta.
En la mañana, al despertar, vio que el ya se había marchado. En la almohada el le dejo una nota que decía: “Ojalá que el azar nos de otro regalo como el de ayer. Te llevare conmigo siempre en mis recuerdos. Hasta siempre.”
Abrió la ventana y el día estaba magnifico, despejado, con un sol radiante y hermoso. El azul del cielo era intenso y sin nube alguna. Doblo cuidadosamente el papel y lo metió en medio de su libro de poemas favorito .
- Yo también espero verte nuevamente… - pensó, mientras una lágrima surcaba su rostro.

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